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Una banda organizada para la venta de drogas en pequeñas cantidades que se mantuvo operativa durante los primeros meses de la pandemia en el Este provincial.
Investigadores de la Policía Federal identificaron a un hombre como el proveedor y a otros dos que hacían de compradores y revendedores en sus viviendas particulares. La red delictiva la completaban familiares de los sujetos marcados como distribuidores de las sustancias, principalmente cocaína y marihuana, quienes también fraccionaban y estiraban el polvo blanco en sus domicilios para que las ganancias fueran superiores.
Hace pocos días, la Justicia federal condenó a todos los procesados que reconocieron los hechos en un juicio abreviado celebrado entre el Ministerio Público y las defensas homologado por el juez Alejandro Waldo Piña, del Tribunal Oral Federal Nº 1.
En total, hubo siete culpables y una declaración de responsabilidad penal contra una de las mujeres que vendía las dosis en una despensa del Bajo Rivadavia, a quien llamaban Pato y era menor de edad al momento de las detenciones que se produjeron a principios de abril del 2022.
De acuerdo con información a la que accedió El Sol, las condenas más altas fueron para Daniel Jonathan Morales (4 años y ocho meses), Darío Víctor “Lito” Rodríguez (6 años) y el “Gordo” Mauro Gastón Pino (4 años).
El primero, de 38 años, es conocido como Baby. Y fue identificado a través de escuchas telefónicas que se desarrollaron durante la pesquisa que se inició un año antes de los allanamientos. Gracias a estos trabajos, supieron que no tenía actividad laboral y que había comprado vehículos con las ganancias que le generaba la venta de estupefacientes.
Lo marcaron como el proveedor de la droga que Rodríguez y Pino adquirían para luego revenderla en sus domicilios particulares y así fueron abriendo la investigación hacia diferentes personas.
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Por su parte, también fueron condenados pero recuperaron la libertad las llamadas segundas líneas de la red delictiva familiar del narcomenudeo. Se trata de los hijos de Lito Rodríguez –Franco y Marcos-, una hermana (Nadia) -estos pactaron tres años de cárcel-, una sobrina (la joven que era menor, hija de Nadia) y una de las nueras, Celeste Rizza, quien acordó dos años de cárcel y recuperó la libertad al igual que el resto de estos últimos nombrados, quienes se encontraban con detención domiciliaria.
La investigación de la Unidad Operativa de la Policía Federal sostiene que Morales era quienes mayores contactos tenía para la venta de la droga. Hablaba con Lito Rodríguez y el Gordo Pino y utilizaba la palabra “litros” para referirse a las sustancias.
Lo comenzaron a seguir en el 2021 y confirmaron que comercializaba la cocaína y marihuana en su domicilio particular, el que compartía con su pareja e hijos en calles Italia y Avenida del Libertador, en Rivadavia.
Por su parte, el Gordo Pino, de 36 años, era uno de los sujetos que tenía contacto directo con Morales. De acuerdo con las fuentes y los trabajos investigativos, comercializaba mayormente dosis de cocaína, pero también marihuana.
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En tanto, Lito Rodríguez fue uno de los personajes más seguido por los policías federales. Esto porque actuaba igual que el Gordo pero involucraba a varios familiares, tanto en la venta como en el estiramiento de la cocaína. Se movilizaba en un VW Polo bordó, tenía domicilio en una finca de una zona semirural cercana a calle Pippi de Rivadavia y cambiaba seguido de abonado telefónico, lo que complicaba los trabajos investigativos.
En las escuchas, detectaron que utilizaba palabras como “alfajores”, “caramelos” y “cervezas” para hacer referencia a las dosis a comercializar. No sólo eso, contaba con el apoyo de sus hijos tanto en el transporte de la droga hasta la casa de su tía Nadia en el Bajo Rivadavia como en el estiramiento.
De acuerdo con las pruebas secuestradas y analizadas, utilizaba el medicamento Tafirol para obtener más dosis de cocaína y ganancias. Así quedó en claro en una de las comunicaciones que analizaron, que fue realizada con su hijo Franco.Lito: Franco
Franco: Ah…
Lito: ¿A dónde andás vos?
Franco: ¿Acá; qué pasó?
Lito: ¿No querés ayudarle al Ariel a moler el Tafirol? Yo ya vengo
Franco: ¿Qué, vas a volver a hacer coso?
Lito: Sí, voy a comprar 10 y vengo
Franco: Pa’…
Lito: Ah…
Franco: ¿A dónde vas a comprar?
Lito: Voy al Jony y vengo
Franco: Bueno. Che, pa’, papi
Lito: Ah
Franco: Le cambié los papeles porque se sentía fuerte la huevada
Lito: Ah?
Franco: Se sentía fiera la huevada, por eso se lo cambié
Lito: Bueno, bueno. Ahí vengo
Franco: Vos sabés que no te voy a mentir, huevón
Lito: Ahí vengo, ahí vengo
Franco: ¿Qué hago, lo ayudo al otro?
Lito: Ayudale a estirar un poquito el Tafirol. Ahí vengo yo
Franco: Dale.
Lito también entregaba parte de la mercadería para su hermana Nadia la comercializara en una despensa que tenía en su casa del Bajo Rivadavia, una zona de difícil acceso para los pesquisas policiales por tratarse de una zona donde reinaba la inseguridad. También hubo escuchas que la complicaron y sirvieron como prueba.
Lito: ¿Che, así que iban 32 alfajores anoche?
Nadia: Sí
Lito: Me la plantó el negro culiado ese
Nadia: ¿El Ariel?
Lito: Sí, porque yo a las bolsas las había atado y yo sé cuando las desatan, viste?
Nadia: Más vale
Lito: Yyyy, y sí, me las plantó él. Pero bueno, eso me pasa por confiado. ¿No cierto?
Nadia: Más vale, Lito
Lito: Claro, las hubiera contado delante de él y le hubiera dicho, mirá ahí van 40
Nadia: No, pero sabés qué, ahora cuando venga le voy a decir Ariel, yo se lo voy a decir
Lito: No, dejalo
Nadia: Sí, pero no es así, si vino y no, si imaginate, si ya son 8
Lito: Sí, pero no importa, dejalo
Nadia: Sí, anoche, vino, viste, y agarró, las dejó y partió. Y ahí la cajeteé yo, yo las voy a contar, me pongo a contarle, 33 le digo yo al Lucas, le digo no, a ver, volví a contar, digo capaz me equivoqué yo, no, 32 hay.
Así las cosas, casi todos fueron condenados por tenencia de drogas con fines de comercialización y algunos sumaron el agravante de la participación de tres o más personas. Durante los procedimientos en las viviendas particulares, dieron con cientos de dosis de cocaína, pastillas de Tafirol (más de 50), elementos para el fraccionamiento, dinero de las ganancias, marihuana (tanto cigarrillos artesanales, cogollos, plantas) y hasta molinillos, se desprende de la causa.
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